sábado, 5 de noviembre de 2011

"De la piel para adentro empieza mi exclusiva jurisdicción"

"Depravados morales" Los partidarios de la legalización de la droga.

La mayoría de las personas usamos la palabra "droga" para referirnos negativamente a un conjunto de sustancias sin parecido entre ellas y que, por definición, englobarían muchos medicamentos y actividades, el motivo de esto, bien podría ser el desconocimiento.
Se suele identificar a los partidarios de la legalización de las drogas como personas amorales o herejes incorregibles, pero para romper este tópico tenemos a Antonio Escohotado, filósofo, sociólogo y profesor de Metodología de la Ciencia en la UNED. Su libro "Historia general de las drogas" logra romper ese mito. En el mismo pone de manifiesto que el tema de las drogas es más enreversado de lo que parece,  y que detrás de cualquier razonamiento científico se esconde todo un universo de influencias políticas y farmacéuticas.
La circulación de cualquier proteína artificial con poderes euforizantes provoca una inmediata respuesta represiva, aunque su toxicidad sea más baja que algunas de las medicinas consideradas "decentes" y creen menos dependencia, pero, de manera hipócrita, ciertas sustancias, incluso ciertos artículos de alimentación tendrán el beneplácito de la sociedad a pesar de que, a la luz de los análisis científicos, tengan capacidad de ser más peligrosos.
Escohotado hace declaraciones como esta:
La cruzada farmacrática fue el invento de un solo país (EEUU), que se exportó al Tercer Mundo mediante una política de sobornos y amenazas. Las naciones del bloque occidental y soviético adoptaron el modelo cuando no sufrían problemas sociales o individuales derivados de drogas, y cuando la iniciativa norteamericana parecía algo exclusivamente humanitario. Una vez creado el problema, todos los gobiernos comprendieron las distintas rentas política y económicas que se derivaban de mantener la cruzada.
Su libro, también recoge opiniones como la de H. Berger, toxicólogo y presidente de la Sociedad Médica de Nueva York, que apoyándose en una experiencia clínica de cincuenta años expone lo siguiente:
La heroína, que constituye la droga por excelencia, es verdaderamente menos peligrosa, y en estado puro se puede utilizar toda la vida sin estropear el organismo. La adicción no está en la sustancia sino en la persona. La cantidad no tiene nada que ver, y aproximadamente un 16 por 100 de la población mundial es adictivo por constitución.
Y es que la aspirina, por ejemplo, puede ser mortal para los adultos a partir de tres gramos. Porque lo tóxico de una cosa no es nunca esa cosa abstractamente, sino ciertas porciones de ella conforme una medida.


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